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El día 8 de marzo es el día internacional de la mujer, anteriormente llamado de la mujer trabajadora. El cambio de nombre se hizo en el año 1975 y se le llamaba así porque hasta hace poco la mujer no podía trabajar, tener nada en propiedad, abrir una cuenta corriente, correr una maratón, divorciarse o hacerse un DNI. Esto ocurrió en nuestro país en el año 1975-1985. Sólo han pasado 4 décadas y en pocos años hemos avanzado muchísimo. El voto femenino fue legal en 1976, reconocido en la Constitución de 1931 y derogado por Franco hasta la Transición Española.

El orígen de la fecha son varios, todos ellos extremadamente importantes. En marzo de 1911 hubo un incendio en la fábrica de confección de camisas Triangle Waist Co de Nueva York. Murieron las 129 trabajadoras y 17 trabajadores, dejando otras 70 heridas. Eran jóvenes inmigrantes de entre 48 y 14 años y las encerraban durante largas jornadas para que no hubiera robos por un mísero salario. A raíz de este trágico suceso empezó a cambiar la legislación laboral. En 1914, es la primera vez que mujeres de toda Europa hacen mítines para solidarizarse a favor de la paz y en contra de la guerra.  En 1917, durante la I Guerra Mundial,  las mujeres y madres rusas, con manifestaciones espontáneas ante el hambre y la desolación, lograron cambios importantes. El 8 de marzo fue el dia en que la Unión Soviética decidió proclamar como día Internacional de la mujer después de lograr el voto, el aborto y el divorcio. Después se fueron añadiendo diferentes países a la misma fecha. 

Esta fecha puede parecer absurda hoy en día pero más allá de lo que ha conseguido nuestra generación, hay que recordar el porqué de este triunfo. Nosotras, las mujeres podemos votar y ser una más en la sociedad gracias al esfuerzo y la muerte de muchas de las que lucharon, literalmente, por tener los derechos que tenemos en la actualidad. Solo por ese motivo, debemos darle la importancia que se merece.

Aún aparecen grandes mujeres de la historia en que su trabajo ha sido obviado o trasladado a un hombre para que este reciba reconocimiento. Marie Curie no hubiera recibido el Premio Nobel si su marido no se hubiera plantado. El comité no  reconocía su trabajo por ser mujer. Esto se repite en campos como la literatura o la medicina.

También, los conocimientos de los que disponemos están basados en la figura masculina. Un ejemplo claro son los síntomas de un ataque al corazón. En los hombres se producen con una opresión en la zona del diafragma y un intenso dolor en la mitad izquierda del pecho que irradia al brazo, mientras que en las mujeres son mucho más habituales la sudoración fría, las náuseas o el dolor en espalda, mandíbula y cuello. Esto significa que los aparatos diseñados para la asistencia cardíaca son más efectivos en hombres que en mujeres.

Hay que resaltar que aún queda mucho por hacer. Aún hay países que no se les permite ir solas, trabajar, conducir, estudiar o mostrar su rostro. Y cada vez que una mujer muere en manos de una pareja, nos recuerdan lo vulnerables que somos. Más allá del feminicidio otros problemas arraigados son la mutilación genital femenina, el acoso, la explotación sexual, el maltrato, los estereotipos, etc.. No hay clase social en este ámbito, y sólo por este motivo debemos apoyarnos como sociedad, hombres y mujeres.

En la hostelería el camino no ha sido fácil tampoco. Las mujeres han sido las cocineras en los hogares pero profesionalmente son menos reconocidas. Ya sabemos que el rol de madre se ha puesto por delante como una de las causas pero lo que ha hecho el hombre ha sido hacer prevalecer su nombre gracias a las leyes y al apoyo social de sus congéneres. Como dato importante, más de la mitad de la población activa dedicada a la hostelería en España es femenina, el 52%, y solo el 40% de los establecimientos de hostelería están dirigidos por mujeres, de los que un 10% tienen estrella Michelin.

Personalmente, puedo dar mi propia visión porque he sido empresaria y chef de mi propio restaurante. El camino no fue nada fácil, desde la perspectiva de tener que demostrar que yo era la propietaria del negocio constantemente (año 1993). -Perdón, ¿podría hablar con el jefe por favor?. Sí, dígame soy yo.- Entonces la cara cambiaba y se ponía tenso para hablar. En ese momento me dí cuenta de que la mayoría de los hombres solo se sienten a gusto hablando con hombres. Afortunadamente esto ha ido cambiando aunque haya aún trabajo por hacer. Ser mandado por mujeres aún es una opción que no agrada en “algunos ámbitos empresariales”.

Pero más allá de la empresa privada donde tú pones tu techo, fuera de allí, cuando eres asalariado todo cambia, las reglas son distintas. Siempre hay un jefe que suele preferir hombres para colaborar, discernir, discutir o apalabrar. Lo que nos deriva a una invisibilidad constante. María José San Román, al frente del restaurante Monastrell, con una estrella Michelin en Alicante, denuncia que «la invisibilidad está arraigada y el talento invisible desincentiva a futuras generaciones. Es un problema mundial cuyo cambio podemos liderar desde España».

Me uno a ella en su opinión como profesora de cocina de FP donde solo el 30% del estudiantado y del profesorado es femenino. Lo que significa que hay que visibilizar y apoyar a este colectivo, sobre todo en hacerles ver que su punto de vista es importante y diferente: la forma de trabajar, de expresarse o de pensar. 

Como jóvenes cocineras que estan dejando huella podemos nombrar, por suerte, muchas que han montado su propio restaurante para abrirse camino. Es el caso de Lucía Freitas con @atafonarestaurante, María Gomez con @magogarestaurante o Lucía Grávalos @mentica_gastronómico. Aunque otras ya abrieron camino hace años como Fina Puigdevall de  @lescols_finapuigdevall o Carme Ruscalleda, ya retirada. A nivel internacional tenemos Dominique Creen con 3 estrellas Michelin @atelier.creen. Este breve resumen de chefs que cada vez es más extenso nos muestra un cambio significativo en la hostelería sumamente esperado.

A todas ellas y al resto de mujeres,

¡Feliz Dia de la Mujer!